René Olivares Jara
Prof. Dieter Ingenschay (izq.) y Pablo Faúndez (der.) |
Hace unos días asistí en la Embajada de Chile en
Berlín a la presentación que el investigador nacional Pablo Faúndez hizo de tesis
doctoral Premio Nacional de Literatura en
Chile: de la Construcción de una Importancia. Ésta permanece inédita, por
lo que esta presentación fue una buena
oportunidad para conocerla de cerca y aclarar algunos puntos personalmente con
el autor.
La novedad de la propuesta del ahora Doctor Faúndez es
que rebasa los márgenes de lo que se podría esperar de un estudio sobre
literatura, ya que integra en su análisis a las instituciones culturales
asociadas al Premio Nacional. Desde una perspectiva más tradicional, podría ser
criticable que en una investigación literaria, este aspecto parezca relegado, pero
lo cierto es que con ello Faúndez trasciende el muy subjetivo tema del “mérito”
o la “calidad” de un autor, para centrarse en los contextos y en los criterios
que sustentan aquella distinción, ampliando con ello las discusiones sobre sus
obras, tanto en su contexto original como desde el actual.
La perspectiva que asume Faúndez le lleva a postular
la existencia de una relación específica entre el campo literario chileno y el
Estado, lo que él llama el vínculo
institucional, el que se ha ido perdiendo con el tiempo, entrando en el
panorama otros elementos de legitimación, como lo es en los últimos años el
circuito editorial internacional, principalmente el español. Éste es capaz de
legitimar la obra de un autor en el exterior antes que en el país de origen.
El Profesor Dieter Ingenschay acompañó a Faúndez en su
exposición y la complementó con algunos casos en los que el Premio no recayó en
autores ya consagrados como José Donoso (1924-1996) o Pedro Lemebel (1952-2015). El primero, ya reconocido internacionalmente, perdió en 1986 frente a Enrique Campos Menéndez, embajador de Chile en España, aunque fue el primero en ganar en el retorno a la democracia, en 1990. El segundo, perdió frente a Antonio Skármeta en 2014 y murió poco después. El Profesor Ingenschay comparó también el Premio Nacional con otros premios parecidos en el ámbito
internacional, los que en su mayoría, aun premiando la calidad de una
producción “de peso” tienen criterios muy alejados a los de su símil chileno. Precisamente,
esas características permiten explicar en parte una serie de “distorsiones” que
existen en sus distintas entregas.
Como señaló Faúndez, el Premio Nacional de Literatura surge
como una forma de reconocimiento del Estado a los escritores que han dedicado
su vida a la escritura. Es por ello que, en general, los galardonados suelen
ser personas ya de edad y reciben una asignación mensual hasta su muerte. Una
especie de pensión estatal gracias a los méritos. Si bien este criterio tenía
sentido en el caso del primer premiado, Augusto D’Halmar (1880-1950) –primer escritor
“profesional” de Chile, – quien por su misma actividad ya no podía sustentarse
en su vejez, situaciones como la instrumentalización del Premio durante la
Dictadura Militar y la legitimación de autores primero fuera de Chile y sin
necesidad el reconocimiento nacional, dejan en entredicho el valor de esta
distinción.
Así planteadas las cosas, surgieron muchas preguntas
del público, personas de todos lados de Latinoamérica y de Berlín que, sin ser
necesariamente expertos ni tener una relación directa con Chile, estaban
interesados en el tema y plantearon una serie de preguntas que abrieron el
tema. ¿Qué hace especial el Premio Nacional de Literatura respecto a otros
premios similares? ¿Quizás el que valore la producción de un autor como un todo
y no el que haya resaltado una única obra? Pero, ¿qué sucede con esos
personajes como Francisco Encina que, siendo historiador recibe un premio
literario (1955)? ¿Y qué ocurre con los
escritores que serviles a la dictadura de Pinochet la recibieron por sobre
otros autores mejor evaluados a nivel internacional? ¿Por qué Donoso y Bolaño
nunca lo recibieron? Pablo Faúndez ha dado una respuesta muy informada y
contextualizada a todas estas dudas, moviéndose entre producciones muy disímiles
sin perder coherencia en su exposición. Sin duda, cuando la investigación esté
publicada, será un libro necesario para entender la literatura chilena del
último siglo y la relación entre el campo cultural y las instituciones que
pretenden respaldarla.
Fotografía del evento: (c) René Olivares Jara.
Imágenes de los autores: www.memoriachilena.cl
Roberto Bolaño (arriba) y Pedro Lemebel (abajo), dos escritores con una reconocida obra que murieron sin recibir el Premio Nacional de Literatura. |
Fotografía del evento: (c) René Olivares Jara.
Imágenes de los autores: www.memoriachilena.cl
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