miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ciencia y Religión: Análisis de una querella


No es novedad que entre la ciencia y la religión ha existido una pugna respecto a quién tiene la verdad, o quizás mejor, quién está más equivocado.

Bertrand Russell, filósofo y Premio Nobel de Literatura (1950), no será ni el primero ni el último en escribir sobre el tema, pero sin duda su libro Ciencia y Religión, pese a haber sido escrito en 1935, tiene todavía actualidad y aborda el conflicto de una manera bastante profunda y clara.

Russell analiza la tensa relación entre la religión y la ciencia, basándose en ciertos episodios polémicos que los han enfrentado. Entre ellos, los más conocidos, como el sistema copernicano y la evolución darwinista; pero también otros no menos importantes como ciertas enfermedades que han sido atribuidas a la intervención de demonios, el propósito cósmico de nuestra existencia y la ética, entre otros aspectos.


Si bien estos puntos conflictivos han dejado huella en la cultura occidental, principalmente, Russell no se queda sólo en exponerlos, sino que hace un análisis profundo de la raíz de esa contraposición. No habla él de una oposición "esencial" entre ciencia y religión, sino de una diferencia en la actitud hacia el mundo y, principalmente, de las fuentes de la verdad y el uso del poder. Según él, "el conflicto entre la teología y la ciencia venía a ser un conflicto entre la autoridad y la observación". Por lo tanto, la religión y la ciencia caen en conflicto por partir desde presupuestos distintos, siendo el de la primera, de acuerdo a la perspectiva de Russell, el equivocado.

La consecuencia de lo anterior, es que se configuran dos conceptos distintos de "verdad". Para la religión, la verdad es "eterna y absolutamente cierta", mientras que la ciencia propone una verdad "provicional", siempre abierta a ser revisada, a incorporar nuevos elementos o sencillamente ser descartada y reemplazada por una nueva forma de entender los fenómenos.

Esa diferencia en la comprensión de la verdad explica los errores de la religión respecto a los puntos abordados en el libro. A medida que son expuestos, se va demostrando que la religión estaba equivocada al presumir la verdad de manera ortodoxa, sólo porque la Biblia o una personalidad importante dentro del dogma religioso habían sostenido que era así y que no podía ser de otro modo.

Aunque Russell toma partido entusiasta por la ciencia, está lejos de erigirla como un nuevo dogma, una especie de nueva religión secular que reemplace a la religión. Esta actitud de cientificismo extremo de la que a veces hacen gala ciertos promotores irreflexivos, queda fuera de la mentalidad del autor. Lo que él valora , y es esa una de las virtudes del texto, es la actitud del científico, que adopta una actitud desprejuiciada de la "verdad".

Cabe mencionar que el concepto que Russell maneja de "verdad" no es explicitado. Sin embargo, no es muy difícil hallar que se trate más bien de la "adecuación del concepto al fenómeno observado", por lo que no aborda un concepto más "simbólico" de la verdad, a menos que sea para desmitificarlo (véase el capítulo sobre el Misticismo).

El texto está lejos de criticar la religión sólo por criticarla, en un ejercicio intelectual tal vez entretenido, pero insustancial. Religión y Ciencia es un libro que advierte de los peligros de no ver por no querer hacerlo, de no querer pensar y aceptar una verdad impuesta por la cultura o por mecanismos de poder, de los dogmas que prejuician nuestros ojos. Como cuando ante la evidencia de la antigüedad de la tierra y la incongruencia de esto con su supuesta creación por Dios en seis días, un "investigador" propone para salvar "la verdad" de la Sagrada Escritura que Dios hizo el mundo en el tiempo bíblico, pero "como si fuese más viejo".

Aunque este libro no lo menciona, debido a que fue escrito lejos de los territorios alemanes y rusos de ese entonces y antes de la II Guerra Mundial, no se equivoca sobre los preligros de refrenar la ciencia con ideas preconcebidas cuando tenemos en mente las investigaciones pseudo-científicas nazis sobre los arios, o cuando pensamos en el caso de Trofim Lysenko, que falseó experimentos para que los resultados fueran del beneplácito de los jerarcas de la URSS.

Aunque Religión y Ciencia es un texto escrito en el contexto del autoritarismo de la entreguerra, adquiere gran vigencia aun hoy, cuando pese al desarrollo de la ciencia, todavía existen dogmatismos que imponen verdades más creídas que pensadas, más de élites poderosas que producto del pensamiento libre. Incluso hoy, cuando el postmodernismo procura convencernos del retiro de Dios a lo privado o al mundo de las ideas periclitadas, nos damos cuenta que el dogmatismo religioso es parte de las discusiones diarias y, en particular, de las decisiones que grupos de poder tienen al respecto. Por lo mismo, este texto de Bertrand Russell tiene aún vigencia. Leerlo es más que necesario.

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Foto de Russell sacada del sitio http://blogs.afp.com/?post/2008/12/11/Cautions-Kiss-Kills-Passion

lunes, 24 de agosto de 2009

Carpe Diem

Leyendo unos poemas un tanto antiguos, pero llenos de sentido pese a la distancia de los años, reencontré este poema de Horacio intitulado "Carpe Diem". Sería interesante ver qué entendía él por "atrapa el día" y qué es lo que vulgarmente se entiende como tal.

La traducción que viene a continuación es la que se encuentra en el libro Antología de la poesía Latina (Madrid: 1995), a cargo de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar.

"Carpe Diem"

Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Vt melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

Carminum I, 11



(Traducción)

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta el breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.

viernes, 14 de agosto de 2009

La carretera


Me acabo de enterar del rodaje de La carretera, de Cormac McCarthy. Tiene sus peligros, es muy probable que resulte decepcionante para los que leímos la novela. A diferencia de No country for old men, de los Coen, La carretera tiene más que ver con la acumulación de sensaciones desoladoras que con una acción desoladora en sí misma, con la monotonía del espacio y la ausencia de lo humano. Difícil de llevar al cine, en un Hollywood que pedirá concesiones después del éxito de taquilla de los Óscares de la brillante adaptación. Para recordar o incitar a la lectura de este novelón de menos de 200 páginas (que se agradece en esta época de novelas abultadas en detrimento de los árboles y del ritmo en algunos casos), y por un tema de respeto para el autor por lo que podría ocurrir, aquí va un fragmento recuperado de por ahí:

"Al atardecer atravesaron un campo tratando de encontrar un sitio seguro donde encender fuego. Tirando del carrito por el terreno. Una región tan poco prometedora. Mañana encontrarían algo que llevarse a la boca. La noche los sorprendió en una carretera embarrada. Se adentraron en un campo y avanzaron despacio hacia un grupo de árboles que se veían pelados y negros en la lejanía contra el poco mundo visible que quedaba. Para cuando llegaron ya era noche cerrada. Cogió al niño de la mano y amontonó con el pie ramas y maleza y encendió lumbre. La leña estaba húmeda pero el hombre rascó la corteza muerta con su cuchillo y puso broza y ramitas a secar junto al fuego. Luego extendió el plástico en el suelo y sacó del carrito las americanas y mantas y se quitaron los zapatos húmedos y embarrados y se sentaron en silencio con las palmas de las manos vueltas hacia la lumbre. Intentó pensar en algo que decir pero no pudo. No era la primera vez que tenía esta sensación, más allá del entumecimiento y la sorda desesperación. Como si el mundo se encogiera en torno a un núcleo no procesado de entidades desglosables. Las cosas cayendo en el olvido y con ellas sus nombres. Los colores. Los nombres de los pájaros. Alimentos. Por último los nombre de las cosas que uno creía verdaderas. Más frágiles de lo que él habría pensado. ¿Cuánto de ese mundo había desaparecido ya? El sagrado idioma desprovisto de sus referentes y por tanto de su realidad. Rebajado como algo que intenta preservar el calor. A tiempo para desaparecer para siempre en un abrir y cerrar de ojos”.

Cormac McCarthy. La carretera (2007)

viernes, 17 de julio de 2009

Los desamparados


"Lo que pasa es que a primera vista no se los advierte, o porque por lo menos resulta que buena parte de ellos no lo parecen a primera vista, o porque en muchos casos no lo quieren parecer. Y porque, al revés, grandes cantidades de seres que pretenden serlo contribuyen a confundir aun más el problema y hacer que uno crea al final que no hay desamparados verdaderos.
Porque claro, si a un hombre le faltan las piernas o los dos brazos, todos sabemos, o creemos saber, que ese hombre es un desvalido. Y en ese mismo instante ese hombre empieza a serlo menos, pues lo hemos advertido y sufrimos por él, le compramos peines inútiles o fotos de colores de Carlitos Gardel. Y entonces, ese mutilado al que le faltan las piernas o los brazos deja de ser parcial o totalmente la clase de desamparado total en que estamos pensando, hasta el punto de que lleguemos a sentir luego un oscuro sentimiento de rencor, quizá por los infinitos desamparados absolutos que en ese mismo instante (por no tener la audacia o la seguridad y hasta el espíritu de agresión de los vendedores de peines y de retratos en colores) sufren en silencio y con dignidad suprema su suerte de auténticos desdichados"
Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas. El dragón y la princesa. V

[desde Plátanos Orientales]

domingo, 12 de julio de 2009

Un par de poemas en el aniversario del natalicio de Pablo Neruda

Pablo Neruda, de joven.


De Pablo Neruda se pueden decir muchas cosas. Que fue una figura mediática, más que literaria en algunos momentos; que a veces se lo ganó el partidismo, en vez de escribir buena poesía; que fue un buen poeta, más que una buena persona; o simplemente que ha sido inflado por la historia. Pero algo es innegable: aunque haya tenido muchos "bajos" en su carrera, existen momentos memorables en su producción.

Hoy aprovechamos el aniversario de su nacimiento para recordarlo con dos poemas que se salen del cliché de los poemas de amor o de su imagen de iluminado indigenista. Dos poemas que tal vez los disfruten.



SÓLO LA MUERTE

HAY cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel al alma.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido sin perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado, como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos,
la muerte está en la escoba,
es la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.


GALOPE MUERTO

Como cenizas, como mares poblándose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde el alto de los caminos
cruzar las campanadas en cruz,
teniendo ese sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo
en el mismo molino de las formas demasiado lejos,
o recordadas o no vistas,
y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente verdes.
Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como polea loca en sí misma,
esas ruedas de los motores, en fin.
Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos de sus colas.
Es que de dónde, por dónde, en qué orilla?
El rodeo constante, incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o la llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos, guardabajo, y cuyos cuernos quieren sonar.
Por eso, en lo inmóvil, deteniéndose, percibir,
entonces, como aleteo inmenso, encima,
como abejas muertas o números,
ay, lo que mi corazón pálido no puede abarcar,
en multitudes, en lágrimas saliendo apenas,
y esfuerzos humanos, tormentas,
acciones negras descubiertas de repente
como hielos, desorden vasto,
oceánico, para mí que entro cantando
como una espada entre los indefensos.
Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomas
que hay entre la noche y el tiempo, como una barranca húmeda?
Ese sonido ya tan largo
que cae listando de piedras los caminos,
más bien, cuando sólo una hora
crece de improviso, extendiéndose sin tregua.
Adentro del anillo del verano
una vez los grandes zapallos escuchan,
estirando sus plantas conmovedoras,
de eso, de lo que solicitándose mucho,
de lo lleno, obscuros de pesadas gotas.



Fotografía de Pablo Neruda: (c) Retablo de Literatura Chilena de la Universidad de Chile. 

jueves, 21 de mayo de 2009

Adiós a Benedetti


Ha muerto Mario Benedetti. Y es poco y mucho lo que podría decirse. Pareciera que el tiempo de pronto nos alcanza y nos dice "no más".

Nacido como Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay, hizo una formación académica a costa de sacrificio personal, pues tuvo que terminar el colegio dando exámenes libres debido a la falta de recursos de su familia.

Los problemas sociales fueron una constante en su vida y en su obra. Por ello fue reconocido y también castigado, cuando fue exiliado de su país por el gobierno militar impuesto en 1973.

Escritor que se movió por aguas diversas, hizo textos narrativos, líricos, ensayísticos, etc. Debo admitir que con distinta fortuna. Muchos lo conocieron más como poeta que como narrador. Sus textos líricos buscan concientemente un tono intimista y dialogado muy naif que, si bien lo han hecho popular, tal vez le resta profundidad a su escritura.

Un patetismo que roza con lo kitsch, se popularizaron versos que hacen juegos de palabras simples, pero efectivos, que le valieron una invitación a recitarlos en la película El lado oscuro del corazón, en la que aparece como un marino alemán recitando los versos de Benedetti en ese idioma. Probablemente haya sido eso la constatación de su poesía como parte del imaginario popular de "lo poético".

Por su parte, su obra narrativa retrata los rasgos y conflictos de la sociedad de su tiempo. Las personas comunes encuentran su reflejo en sus historias. Textos como "La Tregua" captan la sensación de la vida aburguesada de la segunda mitad del siglo XX. Pequeños conflictos de consecuencias vitales totales, pues es en los detalles donde se juega la vida.

Un gran escritor que supo aunar la literatura con la vida, deja el mundo para vivir en sus textos.

martes, 3 de marzo de 2009

Ética v/s Estética: La muerte de Miguel Serrano





Miguel Serrano ha muerto y su muerte trae con él el problema del balance final de su legado. Personajes como él traen la dificultad de tener que juzgar su obra literaria a la luz de sus acciones personales. Leni Riefensthal hizo un gran documental innovando sobre las técnicas cinematográficas hablando sobre un congreso del Partido Nazi. En el caso de Serrano, pese a ser uno de los escritores de avanzada en los años 30, amigo personal de Hermann Hesse y de Karl Jung, fue uno de los más destacados dirigentes nazis en Chile, y sus reflexiones le dieron el reconocimiento de integrantes de este movimiento internacionalmente.

Una amiga se molestó cuando mencioné que Serrano era nazi. Entiendo que no se puede reducir todo Serrano a lo nazi, pero no deja de ser cierto que él mismo cultivó esa imagen. Dueño de una imaginación profundísima, de un mundo interior que pocos tienen, unió su literatura a panfletos burdos. Lo primero que leí de él fue su Antología del Verdadero Cuento en Chile" (1938), un intento por fundar una nueva literatura en la tradición nacional, y lo último un panfleto poco literario y muy paranoide sobre el nuevo logo del Gobierno de Chile, que según él sería un símbolo sionista encubierto.


Tengo la sensación de que Miguel Serrano era un buen escritor que desperdició su talento en el proselitismo de una ideología poco sustentable. Postuló la existencia de La Ciudad de los Césares, de bases nazis en la Luna, la inexistencia del holocausto, entre otras cosas. Todo eso no hizo más que ocultar una producción, ya de por sí arcana, que nos hablaba de la búsqueda de la esencia de nuestra propia personalidad, del mito.

No habrá una última palabra al respecto. Sus seguidores nazis hoy lo despidieron gritando frases en alemán, tocando una gaita y cantando cantos en mapudungún. Habrán leído sólo la letra de la paranoia y de la seudociencia. Habrán confirmado para otros que Serrano era ya un viejo gagá. Serán las próximas generaciones quienes resalten tal o cual característica de Miguel Serrano. Por ahora, hay que admitir que su nazismo hitlerista lo ha hundido en el mayor de los olvidos en las letras chilenas, y ese lazo es difícil de romper debido a lo dicho y hecho por el mismo Serrano.

viernes, 9 de enero de 2009

Filóctetes


Filóctetes es una obra de Sófocles que el autor alemán Heiner Müller ha adaptado y que Heidrun Maria Breier ha dirigido para nuestras salas nacionales.

Cuenta la historia Filóctetes (Daniel Muñoz), abandonado por sus compañeros griegos en la isla de Lemnos cuando se dirigían a la guerra de Troya, pues ha sido maldito por los dioses con una mordida de serpiente que lo ha dejado cojo y con una herida que despide un olor nauseabundo. Sin embargo, ya en el décimo año de la guerra, los griegos se enteran de que sólo ganarán si es que traen a Filóctetes y a su arco con ellos, el que había sido regalado a aquél por Heracles. Para hacer esto posible, viajan a la isla Ulises (Sergio Hernández) y Neoptolemo (Salvador Burrell), hijo de Aquiles, para engañar Filóctetes y así obtener su arco y llevarlo a él, aunque sea a la fuerza.

Este conflicto de tres personajes nos muestra una crítica a los poderes impersonales que condicionan la libertad. Ulises representa aquí la "razón instrumental", al hombre político hará lo que sea para poder hacer cumplir lo que desea y que es capaz de mover a su favor incluso las situaciones adversas y trazar, a su vez, un mapa detallado de lo que ocurrirá si es que se mueve tal o cual hilo. Todos caen bajo el influjo de su voluntad, aunque no sea el personaje que más aparece en escena. Neoptolemo y Filóctetes padecen, en diferentes grados esta influencia que se muestra como buena para la mayoría (ganar la guerra) y negativa para la persona. Queda la duda si el proyecto colectivo es propiamente beneficioso para los griegos o para el interés personal de Ulises. He aquí el elemento que hace tan actual esta obra, en donde los juegos políticos hacen descansar muchas veces intereses de poder, más que un beneficio a los países.

Para darle actualidad al conflicto, y a su vez, enmarcarlo dentro de un contexto nacional, la dirección ha dado varios aciertos. No hay casi nada de escenografía, lo que le da mayor fuerza a la actuación y a cada elemento que aparece en escena. Se hace un juego muy efectivo con las luces, con las sombras. Destaca aquí un soliloquio de Filóctetes en el que se pone en evidencia el conflicto interior mientras conversa con dos de sus sombras.

Además, las ropas de los personajes tienen un rol particular. Filóctetes trae un abrigo y posee un paño que nos hace recordar al "Divino Anticristo", personaje ya folklórico de las calles santiaguinas y que se ha ganado un puesto casi simbólico en el arte nacional. Este "anclaje" en este personaje se evidencia incluso en la forma de hablar de Filóctetes cuando habla de los "buitrisísimos", síntoma de la locura de estar sin contacto humano por casi 10 años y del odio obsesivo hacia los griegos. Ulises, por su parte, posee un traje a la medida casi de bailarín de tango, dándole una visión de político de bajos fondos. Mientras que Neoptolemo aparece en su primera escena sobre una patineta vestido con una chaqueta de cuero.

Para realzar lo nacional, un ciego, que hace una referencia clarísima a Homero, recita y canta acompañado de un cojo, ciertos pasajes de la historia, con tonos folklóricos, revitalizando la cueca al darle una categoría estética distinta al estereotipo común.

Las actuaciones son muy buenas. Destacando las de Dianiel Muñoz y Sergio Hernández. Lamentablemente, se aprecia mucho la distancia entre ellos y Salvador Burrell, sobre todo en los momentos en que interactúan. Aun así, esto no opaca el conjunto de la obra, la que nos presenta inteligentemente un conflicto antiquísimo con palabras actuales. Una obra que no hay que perderse.


Ficha técnica

Obra: Filóctetes
Autor: Heiner Müller
Dramaturgista: Mauricio Barría
Direccion: Heidrun Maria Breier
Elenco: Daniel Muñoz (Filóctetes), Sergio Hernández (Ulises), Salvador Burrell (Neoptolemo)
Músico: Dángelo Guerra y Felipe Ortiz
Diseño: Maya Mora
Iluminación: Catalina Devia

Sala Goethe Institut
Esmeralda 650 Stgo. Centro
F: 5711950 Cel 09 6844744
Del 7 al 24 de enero, excepto los lunes y martes.

Nota:
La fotografía de la obra fue extraída del sitio Santiago a Mil TV.

Las Huachas


Una muchacha ha dejado su pueblo, San Rosendo, después de una tragedia en la que ha muerto su familia y su amado, par ir a Valparaíso en busca de su madrina, a la que no ha visto nunca, pero de la que su madre le había hablado mucho cuando niña. Sin embargo, a diferencia de la "Carmela" de la Pérgola de las Flores, no será esta una historia edificante, pues al conocer a la mujer se desatará un conflicto que replanteará los fundamentos de su existencia.

Precisamente de ahí el nombre Las Huachas, una reflexión sobre lo que se es, en donde la ficción y la realidad son cuestionadas y donde el mito es una explicación posible, y tal vez la mejor, de lo que somos.

Con unas pocas sillas, un curso de agua y cuatro personajes, la historia se centra en el diálogo y las actuaciones que en especial en el caso de las dos "huachas" es muy destacable. Tamara Acosta en el rol de Bella Ninet pasa de momentos de comedia a otros de mayor tensión con una facilidad que pocos tienen. Por su parte, su madrina, Gabriela (Alexandra von Hummel), iene un papel muy amargo que podría dar pie a un estereotipo o a la sobreactuación, lo que jamás sucede. Todo ello es muy loable, pues la puesta en escena implica cierta dificultad.

Existe un rescate del mundo popular, tanto en sus palabras como en la imaginería. En este sentido, existe un juego entre lo popular y lo culto. Por un lado, la coprolalia, una visión mítica de la vida, la sexualidad; por otro, referencias a diversos textos de la tradición occidental, así como una puesta en escena altamente simbólico, representando un conflicto que parece atemporal, pero por lo mismo válido para toda época.

Tal vez su apuesta por elementos más de vanguardia sea su mayor aporte, pero también su talón de Aquiles en escenarios tan masivos como los de Santiago a Mil. La aparición de un caballo que está conformado por dos personalidades, contribuye a ello. Se trata de un caballo con una cabeza más bien popular y un trasero patronal, que instalan una reflexión sobre lo mítico de gran valor para el conflicto, pero que no es capaz de insertarse adecuadamente en la trama de la obra.

Pese a todo, la obra se sostiene por sí misma y, pese a la incomprensión natural de obras de estética vanguardista en eventos masivos como Santiago a Mil, se agradece que existan propuestas como ésta.



Las huachas
Dirección: Alexis Moreno.
Elenco: Tamara Acosta, Alexandra von Hummel, José Palma y Rodrigo Soto.
Duración: 1 hora 38 minutos.
Compañía Teatro la María.

Teatro Universidad Católica Sala 2
Jorge Washington 26. Ñuñoa.
F: 205 5652

Del 3 al 18 de enero. Excepto los lunes.




Nota:
La foto de la escena fue sacada del sitio electrónico de "Santiago a Mil TV".

Santiago a Mil

Dejemos de lado el hecho de que el nombre es muy centralista ("Santiago no es Chile", en eso estamos de acuerdo) y que induce a error, pues los espectáculos pagados no valen mil pesos. Más allá de eso, se trata de un espectáculo coordinado que ofrece cada verano una variada oferta teatral que atrae a mucha gente que por lo general no asiste durante el año a las salas.

Es muy difícil abarcar todo, pero ya he asistido a algunas obras y verán por acá algunas impresiones al respecto. Obviamente pueden no concordar conmigo, pero discutirlo es lo importante.

¡Salud en este nuevo año!