lunes, 30 de octubre de 2023

Ituen y la esposa del rey

Historia popular del sur de Nigeria

 Traducción y adaptación de Pamela Uribe Valdés

 

Ituen[1] era un joven de Calabar[2], hijo único de una pareja muy humilde. Sus padres lo amaban, entre otras cosas, porque poseía una contextura de finas proporciones y era poseedor de una muy buena apariencia.

Esta pequeña familia vivía en la pobreza, por esta razón cuando Ituen creció y se hizo hombre, casi no tenía dinero.  En realidad, la comida escaseaba. Al verse en esta situación, el joven se dirigía diariamente al mercado llevando una bolsa vacía, en la que solía poner cualquier cosa comestible que pudiera encontrar después de que cerraran las tiendas.

En esa época el gobernante de aquellas tierras se llamaba Offiong. El rey era un hombre anciano que, como es costumbre, tenía muchas esposas. Una de estas mujeres; Attem, era joven y muy guapa. A ella no le agradaba su marido, pues deseaba una pareja joven y atractiva. Entonces le dijo a su sirvienta que recorriera la ciudad y el mercado para tratar de encontrar a un hombre con esas características. Una vez que lo encontrara debía llevarlo a su casa por la noche y hacerlo entrar por la puerta lateral, de esta forma, ella misma lo dejaría entrar y se ocuparía de que su marido no lo descubriera.

 


 

Ese día la sirvienta recorrió la ciudad, pero no encontró ningún joven lo suficientemente guapo. Regresaba a contar su desventura cuando, al pasar por la plaza, vio a Ituen recogiendo restos de alimentos que habían quedado en el suelo. Al verlo, la joven inmediatamente quedó impresionada por su excelente apariencia y fuerza. Entonces se dio cuenta de que era el hombre adecuado para ser el amante de su ama, así que se acercó y le dijo que la reina la había enviado por él, ya que se sentía cautivada por su atractivo. Al principio Ituen se asustó y se negó a ir, porque sabía que si el rey lo descubría lo matarían. Sin embargo, después de mucha persuasión, accedió a ir a su casa cuando oscureciera.

Al caer la noche, el joven cumplió su palabra. Con mucho miedo y temblando llamó muy suavemente a la puerta. Al abrirse, el joven vio a la propia reina vestida con sus mejores ropas. Llevaba muchos collares de cuentas y hermosas tobilleras de colores. En cuanto la reina vio al joven se enamoró profundamente de él. Luego le dijo a su sirvienta que trajera agua y ropa que entregó a Ituen para que se cambiara. Después de lavarse bien y ponerse paños limpios, se reunió con la reina quien disfrutó de su compañía toda la noche escondiéndolo de los demás.

Por la mañana, cuando el joven quiso regresar a su hogar, ella no se lo permitió. Aunque era muy peligroso, la joven decidió mantenerlo oculto llevándole comida y ropa. Por lo que permaneció allí dos semanas. Al cabo de este tiempo Ituen le dijo a la joven reina que ya era hora de partir porque debía ver a su madre, pero la muchacha lo convenció de quedarse una semana más, a lo que el joven accedió muy en contra de su voluntad.

Cuando llegó el momento de partir, la reina reunió cincuenta sirvientes con regalos para la madre de Ituen que, como sabía, era una mujer muy pobre. Diez esclavos llevaban trescientas varas; los otros cuarenta llevaban, pimienta, sal, tabaco y telas. Cuando llegaron todos los regalos, la madre de Ituen se alegró mucho y abrazó a su hijo. Al verlo notó con gusto que tenía buen aspecto y estaba vestido con ropas mucho más finas que de costumbre; pero cuando supo que había llamado la atención de la reina se asustó, sabiendo el castigo que se imponía a cualquiera que atrajera la atención de una de las esposas del rey.

Ituen se quedó un mes en casa de sus padres y trabajó en el jardín de la familia; pero la joven reina, por otra parte, se sentía cada vez más desesperada. No podía estar más tiempo sin Ituen, así que mandó llamarlo para que regresara con ella inmediatamente. Ituen acudió a su llamado y, como antes, llegó al anochecer. Su regreso causó una profunda alegría en el corazón de la muchacha quien lo había estado esperando con ansias.

En mitad de la noche, algunos de los sirvientes del rey, que habían oído la historia de los regalos para la madre de Ituen de boca de los esclavos de la reina, entraron en la habitación de la joven y la sorprendieron junto su amante. Estos se apresuraron en llevar la noticia al rey, quien inmediatamente envió a sus hombres para que tomaran prisionero al amante de su mujer.  Acto seguido, convocó a todo su pueblo a asistir a la Casa de la Discusión para que escucharan el juicio del caso. También ordenó que ocho egbos[3] asistieran armados con sus bastones. Cuando se juzgó el caso, Ituen fue declarado culpable y el rey dijo a los ocho egbos que lo llevaran al monte y lo trataran según la costumbre nativa. Los egbos llevaron a Ituen al monte y lo ataron a un árbol; luego, con un cuchillo afilado, le cortaron la mandíbula inferior y se la llevaron al rey.

 


 

Cuando la reina supo la suerte de su amante se puso muy triste y lloró durante tres días. Esto enfureció aún más al rey, por lo que les dijo a los egbos que trataran a su esposa y a su sirvienta de acuerdo con su ley. Estos llevaron a la reina y a la criada al monte, donde Ituen aún estaba atado al árbol moribundo y con grandes dolores. Luego, como la reina no tenía nada que decir en su defensa, la ataron a ella y a la muchacha a diferentes árboles y le cortaron la mandíbula inferior de la misma manera que habían hecho con su amante. Luego, los egbos le sacaron ambos ojos a la sirvienta y dejaron que los tres murieran de hambre.

Después de esto el rey promulgó la ley egbo, que consistía que en el futuro nadie perteneciente a la familia de Ituen debía ir al mercado el día en que éste estaba abierto, y que nadie debía recoger la basura en el mercado. El rey hizo una excepción a esta ley a favor del buitre y el perro, que no eran considerados seres muy buenos y que no serían propensos a fugarse con alguna de sus esposas o de los futuros reyes. Por esta razón todavía se encuentran buitres y perros en el mercado haciendo de carroñeros.

 
 
Créditos
Mapa del Reino Kalabari: (cc) Wikipedia
Ilustración: Pamela Uribe Valdés


[1] De acuerdo con una búsqueda del nombre del personaje, se encontró que “Ituen” es de origen ibibio; un grupo etnolingüístico asentado principalmente en el sudeste de Nigeria y relacionados con otros grupos étnicos: annang, efik, ekoi (ejagham), igbo, ijaw (izon), bahumono, oron y bamileke. Se han encontrado dos posibles significados para este nombre, uno de ellos es “intrépido” o “valiente” y, el segundo, “nacido después de la absolución”.

[2] Calabar, ciudad también conocida como Callabar, Calabari, Calbari y Kalabar o Kalabari, es la capital del estado de Cross River en Nigeria. Originalmente se llamaba Akwa Akpa, en idioma efik. Antes del período colonial, era un reino con la ciudad de Calabar como sede.

[3] Después de una breve investigación motivada por los “egbos” y sus prácticas se encontró el texto: Colonial Systems of Control: Criminal Justice in Nigeria, específicamente en el capítulo XX: El sistema de justicia indígena igbo, Oko Elechi señala que los igbos, también conocidos como egbos o ekpe son una sociedad africana que se originó en el siglo XVIII en Calabar, una sección de Nigeria alrededor del delta del río Níger. El nombre significa "leopardo” y, al igual que otras sociedades de África, tenían un mecanismo bien desarrollado para mantener la ley y el orden antes del colonialismo. Estas prácticas y procesos de control social tenían sus raíces en las tradiciones, culturas y costumbres del pueblo igbo.