miércoles, 27 de diciembre de 2023

Homenajes póstumos (selección)

 Sergio Pizarro Roberts





 

 

 ¿Por qué este poema se llama así?

 

a Juan Luis Martínez

 

la copa que cae

y esta mirada que intenta retenerla

 

el movimiento continúa

pero no la quiebra

 

la cocina está abierta

y tú percibes las sombras del estrépito

 

los añicos que en el aire forman esa misma copa

que regresa entre mis manos a la mesa

 

 

 

 

LudwigZeller

 

 

una micro me choca la bici por detrás

de la cabeza medio enterrada

salen en fila india las hormigas negras de Dalí

 

 

 

 

Diego Maquieira

 

 

la poesía está apagada

o se encuentra temporalmente fuera de servicio

 

 

 

 

Pedro Lemebel

 

 

estoy muerto en otro lugar

ya invertimos la amistad de nuestrxs amigxs

no queremos usar las mismas palabras

aplastarnos de ideas ni aflojar

como si de género nos tratasen

 

estamos recién naciendo

simulando que nos semillaron

en un nido de alitas rotas

Adanesas que al mediodía

brillarán por su diferencia

 

 

 

 

Terra incógnita, 1975

 

 

de tanto darle vida a la muerte

fuimos matando a la vida

 

 

 

 

 

Charly

 

 

los amigos del barrio pueden desaparecer

homenajes como este pueden desaparecer

 

 

 

"El lector"

 

 

Epitafios en el Cementerio Tertuliano de Cochoa

 

Todo poema es un epitafio

T. S. Eliot

 

 

Aquí yace Adelmo Yori

                sus ojos miran la luz de memoria

Aquí reposa Felipe González

                esa brisa del mar que vive y pervive

Aquí yace Floro Sanfuentes

                el apacible, gran admirador del otoño

Aquí descansa Daniela Mujica

                la hija de mi nube en libertad

Aquí reposa Liliana García

                cuya urdimbre empuja al viento a volver

Aquí ríe Rosa Alcayaga

                con su acostumbrado y sonoro sentimiento

Aquí retoza Sergio Pizarro

                olvidado en el silencio con sumo cuidado

Allá

                Maruja DeBoris

                sorprende a la paciencia de la eternidad

 

 

 

 

Epicuro (fragmento perdido)

 

 

[…]

 

mientras la eternidad permanezca en cautiverio

la muerte seguirá sin nombre

 

no lanzo contra la oscuridad

las piedras de mis preguntas

 

tengo un plan hacia la felicidad

 

 

 

 

Los mugidos

 

 

Aunque ya no me escuches Pablo y todo te sea finalmente inútil, culmino este asunto conforme a tu obra, con un aluvión incontenible de puntos suspensivos rojos, los poetas que hubiésemos sido de rokha al leerte

 

 

 

 

 

 

Anexo I

 

Homenaje a Nietzsche,

al espíritu libre

 

 

 

Pongamos atención en las palabras que siempre traen la posibilidad consigo, esa posibilidad de espejos que buscamos

Los espejos multiplicadores que suman nuestra propia eternidad mentida en el reflejo

Que el espejo dé reflejo y la palabra una impresión

 

Dejaré los diccionarios a un lado porque tienden a brillar la realidad, oscureciendo el truco

la palabra impresión ha quedado embarazada y espera un hijo, un fruto de su propia gestación autorreferida

la palabra impresión será en adelante la madre de la imprecisión, su hija de ahora y padre impreciso

 

Pero no importa que la impresión sea una palabra ni la palabra lo que ustedes creen escuchar porque, en verdad, hace rato que solo estoy buscando la perfección del error

 

"¿Qué hacemos con él?"

 

 

 


 

Sergio Pizarro Roberts (Santiago de Chile, 1964). Poeta e investigador literario. Es autor de libros de poesía como Poemas Diesel (1993), Luces que no deben prenderse (1999), Moví un día (2001), Apocatástasis asténica (2003) y Piedras a la oscuridad (2016), obras que se encuentran a su vez compiladas en A mitad de camino. Obra poética reunida. 1993-2016 (2019). Los textos que seleccionamos aquí se encuentran en su poemario de 2020 Homenajes póstumos. Los dibujos que aquí aparecen pertenecen a Luis Martínez Salas.

viernes, 22 de diciembre de 2023

Alberto Rojas Giménez viene volando

 Pablo Neruda




Entre plumas que asustan, entre noches,
entre magnolias, entre telegramas,
entre el viento del Sur y el Oeste marino,
             vienes volando.

Bajo las tumbas, bajo las cenizas,
bajo los caracoles congelados,
bajo las últimas aguas terrestres,
            vienes volando.

Más abajo, entre niñas sumergidas,
y plantas ciegas, y pescados rotos,
más abajo, entre nubes otra vez,
             vienes volando.

Más allá de la sangre y de los huesos,
más allá del pan, más allá del vino,
más allá del fuego,
             vienes volando.

Más allá del vinagre y de la muerte,
entre putrefacciones y violetas,
con tu celeste voz y tus zapatos húmedos,
             vienes volando.

Sobre diputaciones y farmacias,
y ruedas, y abogados, y navíos,
y dientes rojos recién arrancados,
             vienes volando.

Sobre ciudades de tejado hundido
en que grandes mujeres se destrenzan
con anchas manos y peines perdidos,
             vienes volando.

Junto a bodegas donde el vino crece
con tibias manos turbias, en silencio,
con lentas manos de madera roja,
             vienes volando.

Entre aviadores desaparecidos,
al lado de canales y de sombras,
al lado de azucenas enterradas,
             vienes volando.

Entre botellas de color amargo,
entre anillos de anís y desventura,
levantando las manos y llorando,
             vienes volando.

Sobre dentistas y congregaciones,
sobre cines, y túneles y orejas,
con traje nuevo y ojos extinguidos,
             vienes volando.

Sobre tu cementerio sin paredes
donde los marineros se extravían,
mientras la lluvia de tu muerte cae,
             vienes volando.

Mientras la lluvia de tus dedos cae,
mientras la lluvia de tus huesos cae,
mientras tu médula y tu risa caen,
             vienes volando.

Sobre las piedras en que te derrites,
corriendo, invierno abajo, tiempo abajo,
mientras tu corazón desciende en gotas,
             vienes volando.

No estás allí, rodeado de cemento,
y negros corazones de notarios,
y enfurecidos huesos de jinetes:
             vienes volando.

Oh amapola marina, oh deudo mío,
oh guitarrero vestido de abejas,
no es verdad tanta sombra en tus cabellos:
             vienes volando.

No es verdad tanta sombra persiguiéndote,
no es verdad tantas golondrinas muertas,
tanta región oscura con lamentos:
             vienes volando.

El viento negro de Valparaíso
abre sus alas de carbón y espuma
para barrer el cielo donde pasas:
             vienes volando.

Hay vapores, y un frío de mar muerto,
y silbatos, y mesas, y un olor
de mañana lloviendo y peces sucios:
             vienes volando.

Hay ron, tú y yo, y mi alma donde lloro,
y nadie, y nada, sino una escalera
de peldaños quebrados, y un paraguas:
             vienes volando.

Allí está el mar. Bajo de noche y te oigo
venir volando bajo el mar sin nadie,
bajo el mar que me habita, oscurecido:
             vienes volando.

Oigo tus alas y tu lento vuelo,
y el agua de los muertos me golpea
como palomas ciegas y mojadas:
             vienes volando.

Vienes volando, solo solitario,
solo entre muertos, para siempre solo,
vienes volando sin sombra y sin nombre,
sin azúcar, sin boca, sin rosales,
             vienes volando.





 


Este poema de Neruda está dedicado al escritor e ilustrador chileno Alberto Rojas Giménez (1900-1934). Ambos fueron parte de la vida literaria chilena de comienzos de los años 20, que se caracterizó por los movimientos sociales y el desarrollo del vanguardismo. Es así como es posible encontrar a Rojas Giménez como firmante de algunos de los documentos fundacionales de las vanguardias en Chile, como el "Primer manifiesto Agú" y la "Rosa Náutica". En 1923 viaja a Europa gracias a que su amigo pintor Abelardo Bustamante había ganado una beca y lo invita a viajar con él. Ahí vive una temporada en París y luego en Berlín. El resultado de esa estadía es su libro Chilenos en París. Ya de vuelta en Chile muere debido a una neumonía, luego de que dejara su abrigo en un local, según algunas versiones, a modo de prenda y se mojara en esa noche de lluvia. 

La muerte del amigo poeta encuentra a Neruda lejos del país, en sus labores como Cónsul de Chile en España. Escribe este poema en su homenaje y lo publica en la segunda parte de Residencia en la Tierra (1935).
 
 
Créditos 
 
La versión que seguimos aquí del poema es la que se encuentra en el sitio de la Universidad de Chile sobre Pablo Neruda. El nombre del poeta homenajeado varía en otras versiones e incluso en algunas biografías, encontrándose "Giménez" o "Jiménez". Esta última parece ser una "modernización" del apellido, pues el poeta firmó muchos de sus textos como "Giménez" y así aparece en el poema de su amigo Neruda, por lo que preferimos dejarlo así.

La primera imagen es parte de la ilustraciones que Hernán Castellano Girón (1937-2016) hizo de este poema estrofa por estrofa en el año 2000. Nos hemos permitido publicar esta ilustración con algunas modificaciones (no aparecen los versos escritos a mano por Castellano Girón). Lamentablemente no pudimos contactar con los herederos de la obra para pedir permiso, pero hacemos mención de que todo el crédito de la imagen es de él. Esperamos también que se pueda editar en un buen formato esta versíon ilustrada. La imagen la hemos tomado de Memoria Chilena.
 
La segunda imagen está tomada directamente de la primera edición de Chilenos en París (1930, página 6). En una versión de Memoria Chilena aparece como "dibujo" y "autorretrato". Sin embargo, la imagen parece ser una xilografía y está firmada por "Huelén", seudónimo de Juan González, mismo ilustrador de la portada del libro.

lunes, 11 de diciembre de 2023

Pedazos de Agua (Selección)

Roberto Contreras

 

 


 

Manejar con simpleza la vida
como se unta un trozo de pan en una yema
Llevar en un vaso solo el agua de ese día
sin desgastarse en querer llamar
todas las cosas por su nombre.
 
 
 
*          *          *
 
 
 
Un niño explica a otro
qué es el rastro de un caracol
sobre la hierba.
 
 
 
 *          *          *
 
 
 
Si el camino es la memoria,
¡cuánto tardan en gastarse
las piedras del olvido!




*          *          *



Mientas el tiempo no diga lo contrario:
Un vaso
Una jaula
Un cuaderno en blanco
Se hallan perplejos ante el vacío.

 

 

*          *          *

 

 

Entre los árboles
demasiado oscuro
para seguir leyendo.

 

 

*          *          *

 

 

A la sombra del ciprés recoger guijarros
como joyas de un recuerdo futuro.

 

A la sombra del ciprés seguir el baile
de las ramas mecidas por el viento.

 

A la sombra del ciprés
Sentir el crepitar de antiguas brasa.

 

A la sombra del ciprés
ver las cenizas barridas por la tarde.

 

 

 

 

 


 

En el vuelo
de un ave
se detuvo
el tiempo.

 

 

*          *          *

 

 

La garganta es un nido
donde se encuba la memoria.

 

La garganta es un arroyo
donde fluyen las visiones.

 

La garganta es una puerta
donde ingresan los sentidos.

 

La garganta es un tejido
donde se abriga la esperanza.

 

La garganta es una hoguera
donde se quema el presente.

 

 

*          *          *

 

 

Dos mariposas nocturnas vuelan hacia mí.
al llegar es solo una
del tamaño de mi mano.

 

 

*          *          *

 

 

Una tórtola posada en una cerca
espera al vencedor
entre un saltamontes y el viento.

 

 

 

*          *          *

 

 

El dolor
es un puente
que siempre cruzamos.

 

 

*          *          *

 

 

Despejar
los pasillos
el escritorio
las hojas.

 

Despejar
los pulmones
de ruidos
las palabras.

 

Despejar
la ventana
las sábanas
la mirada

 

para sembrar lo que ya
ha brotado en cada uno.
 
 
 
 

*          *          *

 

El mejor sendero
es el que deja
el agua en su caída.






 
 


 
 

 
Roberto Contreras (Santiago de Chile, 1975) es profesor, escritor y editor. Ha realizado publicaciones en diversos géneros (novela, poesía, crónicas, crítica literaria) como colaborador y editor en revistas La Calabaza del Diablo (1998-2005), Lanzallamas (2006-2010), Carcaj - LOM Ediciones (2010-2014) además de tallerista de fomento lector por editorial Zig-Zag desde el año 2015. Ha impartido charlas dentro y fuera del país de Chile en torno a sus proyectos y los soportes actuales de la literatura. Actualmente es editor del sello Carbón Libros.
 
Los poemas que publicamos aquí son una selección del libro Pedazos de agua (2019). Tanto la portada como las imágenes de los pájaros pertenecen a esta publicación.