martes, 25 de mayo de 2010

"Déjame entrar". No es otra película de vampiros


El éxito de la saga Crepúsculo escrita por Stephanie Meyer y que ha sido llevada al cine, ha puesto de moda al vampirismo, así como a otros temas afines (hombres lobos, entre otros), con el efecto contradictorio de que por un lado ha fomentado libros y películas de este tipo, pero por otro, ha opacado con su popularidad a algunas de estas mismas obras.

Déjame entrar (Låt Den Rätte Komma In) es una película que se agradece dentro de este panorama, ya que ante los edulcorados vampiros casi "veganos" (está bien, comen animales, pero dentro del mundo vampiro, eso es como preferir la carne de soya) y que no pueden estar al sol, no porque estén malditos  y puedan morir ante la luz y todo lo que que eso significa como seres de la noche, sino porque "brillan como diamantes", se nos presenta aquí una imagen más "clásica" del vampiro, que se demuestra desde el título. Recuérdese que ellos no pueden entrar en una casa si no se les invita. Y es esa una de las claves de la trama.

Basado en la novela de John Ajvide Lindqvist, del mismo nombre, cuenta la historia de Oskar, un niño que está entrando en la pubertad, que vive con su madre en unos departamentos de una pequeña localidad de Suecia y que tiene el raro pasatiempo de coleccionar recortes de noticias sobre crímenes violentos. Él es acosado constantemente por un grupo de compañeros, quienes se burlan constantemente de Oskar. Debido a ello, éste fantasea constantemente con vengarse a cuchillazos.

Durante uno de esos "juegos" en que clava un puñal en un poste, conoce a Eli, una niña de unos 12 años, que ha llegado hace poco al edificio donde vive junto al que parece ser su padre. Este último se verá involucrado en algunos asesinatos que provocarán un vuelco en la situación de ella.

La relación de ambos niños se irá desarrollando hasta un incipiante romance cargado de compañerismo y que sincerará la naturaleza de Eli y dejará al descubierto la fragilidad de su existencia y su ambigüedad de su carácter: mata para sobrevivir y no por gusto; ha vivido mucho tiempo y parece una niña; anda descalza y con ropa vieja y, sin embargo, puede matar a un adulto sin mucho esfuerzo.


Contar una historia con susurros

Un valor de la película es el de crear una atmósfera dejando las cosas por sugerir. Debido a que hablamos de vampiros, el sigilo y el susurro, son rasgos que ahondan en el misterio y el temor, pero que en este caso potencian además el carácter de los personajes.

La acción transcurre en los años '70 o principios de los '80, pero sólo lo sabemos por las vestimentas y los artículos tecnológicos que se muestran, como cassettes, cubos rubik, modelos de auto, etc.

Otro aspecto que queda en silencio es la situación familiar de Oskar. Si bien queda clara la separación de sus padres, no se profundiza mayormente, aunque se desliza levemente la homosexualidad del padre.

Del mismo modo, la sexualidad ligada a la violencia tiene un estatuto especial. Si bien es consustancial a los vampiros, en este caso es asociada a niños. Aunque fuerte en el papel, el tema es trabajado de una manera seria y profunda, lo que hace que la trama no caiga en el morbo. Miradas, actitudes, gestos, cobran más sentido que alguna escena explícita. Se potencia la relación del "padre" de Eli con ella al igual que una ambigüedad sexual de este personaje que si bien se explicita en el libro, aquí adquiere una fuerza nueva, para quienes estén atentos a los detalles.

Con los silencios, el amor se vuelve ambiguo, pero a la vez más profundo que una relación adolescente lleno de clichés.


Tradición y modernidad del vampiro

Siempre es bienvenida la innovación en la tradición, pues revive lo que puede llegar a transformarse en una reliquia cultural que, aunque valiosa para un museo, ya no dice nada a nadie. Pero en un momento en que los vampiros han sido transformados en adolescentes con una estética Calvin Klein y sus conflictos son tan profundos como su maquillaje, el que se nos plantee un vampiro "clásico", se agradece.

Precisamente por eso, la frase "déjame entrar" deja de ser un cliché de la tradición literaria y adquiere un sentido "humano" relacionado con la entrega hacia el otro. Por eso esta película, no se trata sólo de violencia y muerte, ni tampoco sólo de un amorío adolescente, sino de cómo vivir con el otro.


Si quieres ver la película: Déjame entrar (Prefiero la versión 4)
Si quieres bajar el libro: Déjame entrar


Poster de la película gentileza de http://cinefreaks.wordpress.com

martes, 18 de mayo de 2010

Ubú encadenado (fragmento), Alfred Jarry


LORD CATOBLEPÁS. desde luego que sí, pero no me parece suficiente. Anda, Jack, pregúntale a ese guardia si realmente es éste el palace del rey.
JACK. (Al primer hombre libre.) Señor militar, ¿puede infomarme si es éste el palace del rey?
SEGUNDO HOMBRE LIBRE. (Al primero.) La verdad te obliga a informar de que no tenemos rey y de que, por tanto, este edificio no puede ser su palacio. Para algo somos hombres libres.
PRIMER HOMBRE LIBRE. (Al segundo.) ¿Que la verdad me obliga? ¿Acaso no somos hombres libres, como bien dices? Siendo así, debemos desobedecer incluso a la verdad... Así es, señor extranjero. Ese edificio que veis ahí es el palacio del rey.
LORD CATOBLEPÁS. ¡Oh! Acaba de ocasionarme una gran pleasure, señor. Tome, una buena propina para usted... ¡Jack! (El criado hace una inclinación.) Anda, llama a la puerta y pregunta si podemos entrar para visitar al rey. (Jack cumple lo que le encargan.)



*Datos a saber: El "palace" es la cárcel en la que se encuentra el Padre Ubú, condenado a estar encadenado y a la espera de su traslado a las galeras de Solimán.