lunes, 12 de diciembre de 2016

Algunas palabras más sobre Bob Dylan






La polémica

Cada vez que se entrega un Nobel de Literatura hay polémica, ya sea por lo ausentes, por los perdedores, por los eternos candidatos, por todos aquellos que “lo merecían más”, etc. Sin duda este premio, más que otros homólogos de ciencia, da mucho que hablar en los medios y llena páginas con polémicas, especialmente en el ámbito político. Se sabe, por ejemplo, que por varios años EE.UU. presionó para que Pablo Neruda no obtuviera el Nobel. Aquello quedó especialmente patente en 1964, año en que sonó muy fuerte el nombre del poeta chileno. Sin embargo, como no se puede controlarlo todo, aunque Neruda no ganó, sí lo hizo otro intelectual marxista: Jean-Paul Sartre (1905-1980), aunque finalmente lo rechazara. Otro caso polémico es el del ruso Boris Pasternak (1890-1960), autor de Doctor Zhivago, quien obtuvo el premio en 1958, pero que debió rechazarlo no tan voluntariamente como Sartre, pues se vio presionado por las autoridades soviéticas.

Boris Pasternak (1890-1960) tuvo que declinar el Premio Nobel
Como se ve, un premio como el Nobel de Literatura no es sólo un premio al mérito literario y, aunque los miembros de la Academia Sueca reitere una y otra vez que en el premio no influye ideologías, sin duda que en el caso de su versión literaria sí han intervenido contextos, tendencias, intereses políticos e instituciones que no se dedican simplemente al ejercicio de “las letras”. ¿Qué hace distinta esta versión? Lo obtuvo un “músico” y no un “poeta” o un “escritor”, en sentido estricto.

Pese a lo que pueda uno pensar, hay que agradecer la polémica. Los últimos años han estado marcados por autores apenas conocidos y/o marcadamente impulsados por el conexto político. Pienso en Tomas Tranströmer (2011), Mo Yan (2012), Svetlana Alekzievich (2015). ¿Quién los recuerda un año después?


Lo literario

Esta versión del Premio Nobel ha traído a lo público la hace ya un tiempo académica pregunta por “¿qué es la literatura?” Esta inseguridad respecto a lo “literario” es lo que tiene a muchos investigadores más interesados –o simplemente dedicados– a estudiar cartas y diarios de vida de monjas medievales o sujetos subalternos pre o postmodernos que dejaron alguna obra olvidada en un cajón. Sé que es una simplificación, pero lo que comúnmente era algo sólido -“lo litererario”- ya no lo es más para los propios especialistas. De ahí la oportunidad que nos da este premio. Porque si bien las críticas han abordado en parte la calidad de los textos de Dylan, la mayoría se basa en la falta de relación entre un premio dedicado a la literatura y un cantante popular. Incluso la lectura de las razones de la Academia Sueca para entregar el premio se anticipa a esta crítica e intenta justificarse apelando a la tradición. Por un lado, al aspecto actual/local y por otro lado, el universal.  Como afirma Sara Damius, secretaria de la institución, el premio lo gana Bob Dylan, por “(…) haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense.” Y más adelante agrega:


“(…) si miramos para atrás, bien atrás, uno descubre a Homero y Safo, que escribieron textos poéticos o piezas que estaban hechas para ser escuchadas, representadas, a veces acompañadas con música. Y aún leemos a Homero a Safo y los disfrutamos (…) Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído y debe ser leído.”


Homero, el Bob Dylan de la antigüedad



La distancia entre un premio literario con un cantante parece a simple vista tan grande, que es necesario echar mano de clásicos absolutos de la tradición occidental como Homero y Safo, aunque sea exagerado, como para comprender o justificar la elección de Bob Dylan. Es de este hecho que algunos escritores han criticado la adjudicación sin entrar en la calidad de sus textos. Por ejemplo, la escritora alemana Sibylle Berg (1962) comentó e Twitter han aumentado dramáticamente sus posibilidades de obtener un Premio Nobel de Física.



De ahí también la queja de Stefan Dege, redactor de Cultura de la Deutsche Welle. Para él, esta nominación significa “Un mal día para la literatura”, pues:

“Aunque algunos no lo quieran admitir, el mundo literario está de luto. Editoriales, escritores y lectores. Todos deseaban ese Premio Nobel. Y es que un Premio Nobel de Literatura puede ser muchas cosas: el reconocimiento a una obra literaria, como en el caso de Günter Grass; un estímulo para autores audaces, como en el de la bielorrusa Svetlana Alexievich el año pasado; una señal política, como ocurrió en el caso del chileno Pablo Neruda; o simplemente un faro para la inagotable producción literaria. El premio que recibió Bob Dylan actúa como un mal y premeditado reconocimiento a la nostalgia.” 

A eso hay que sumarle la tristeza de las grandes editoriales y librerías. El luto que ellas tienen es más bien económico. A diferencia de otros años, ellas apenas tienen qué vender a los interesados en un libro de Dylan, pues hay pocas cosas mejores que un Nobel como para promover una producción literaria. Y si bien se ha insistido en la cantidad de escritos de Bob Dylan como para justificar su pertenencia también a lo literario (véase, por ejemplo el artículo de La VanguardiaTodas las letras de Bob Dylan caben en un libro que pesa seis kilos”, en las librerías, en cuanto a textos, no encontrará nada más que una novela (Tarantula, 1965, 1971), biografías y muchas cosas anexas asociadas a su perfil de músico. 

Personalmente, no soy de los que critican a Dylan por no merecer el premio por ser músico. El interés literario de Dylan es notorio. Sin ir más lejos, su mismo nombre artístico está tomado de Dylan Thomas. Y si  no circula como literatura se debe más a los prejuicios instalados respecto a las instituciones culturales que a la calidad que sin duda puede ser cuestionable, como toda producción. Pero el formato no tendría por qué ser un impedimento de hacer “poesía”. En Chile tenemos el caso de Mauricio Redolés (1953). Y si los modernistas que tanto amaron “la musique avant toute chose” no hicieron música de/con sus textos es porque no tenían dedos para el piano.

Si en algo debiera ser censurable Dylan en este caso, no es por su música, que es para mí particularmente plana, haciendo escuela en una serie de autores y grupos con buenas letras (o poemas, como quieran) y música con tres o cuatro acordes repetitivos. Es cosa de escuchar “Heroin” o “Take a Walk on the wild side” de The Velvet Underground (aunque Lou Reed se reivindica con el maravilloso “Perfect Day”). 

 Buenas letras, pero aburrido. Pero buenas letras.

Criterios del premio

Lo que no me gusta del premio a Bob Dylan es la anglofilia detrás del premio y una nostalgia vestida de reivindicación. Por años Nicanor Parra esperó –y creo que ya dejó de esperar– que le dieran el Premio Nobel. Ya no suena entre los candidatos, así es que es posible que ya no lo reciba. Por años esperó también Jorge Luis Borges que se lo dieran. Se cree que la visita que hizo al Dictador Pinochet en 1976 sepultó para siempre sus posibilidades. Algunos especulan que pudo deberse al hecho de no haber escrito novelas, hecho que parece ser una excentricidad en un autor como Borges, pues hay una amplia bibliografía sobre el tema. ¿Nunca un cuentista ha recibido un Nobel? ¿Cómo se explica el premio a Dylan en ese caso, si es que su única novela fue poco valorada por la crítica en general y ha ejercido menos influencia que su producción musical?

Borges espera sentado que le den el Nobel



A Dylan le dieron el premio porque influyó en la generación de intelectuales que crecieron oyéndolo en su juventud y ahora ocupan espacios en instituciones como la Academia Sueca, pero ya muchos años después de que fuera relevante. Posiblemente porque ahora, como ya se mencionó, es el momento en que las fronteras de lo que los especialistas llaman literatura se ha estado difuminando, ampliando las posibilidades de “comprender” esta asignación. Si ahora es polémico, hace 30 o 20 años atrás habría sido imposible.


¿Será tan influyente Dylan en el futuro como Homero o Safo? Eso sólo dependerá de las generaciones que vengan. ¿Lo merece? Leamos, escuchemos y juzguemos. Mientras reflexionemos sobre la literatura, mejor para ella. 



Créditos:

- Imágenes de Homero y Borges: Wikipedia.