lunes, 28 de enero de 2013

Chronicae Germaniae 7






Desde el país de la nieve (I)



Neues Palais, Potsdam


Aunque Chile está cruzado por la Cordillera de Los Andes y pese a que en Santiago es posible ver las alturas blancas de los cerros que pasan por él, la verdad es que mucha gente de mi tierra no conoce la nieve o no ha visto nevar.

Probablemente, si naciste en el extremo sur de Chile, o de pueblos más cercanos a las alturas, la nieve es un elemento más del paisaje anual. Pero como santiaguino que soy y de familia lotina (Lota es una ciudad al lado del mar), la nieve, como para muchos otros, me es algo nuevo, casi inventado, misterioso y mágico.

Cuando era niño, un panorama de fin de semana era ir al Cajón del Maipo a conocer la nieve. Sin dinero como para ir a los centros de esquí, además del cocaví para el viaje y lo necesario para hacer un asado, llevábamos bolsas de basura para deslizarnos por alguna ladera ya cubierta de blanco.

Más adelante, cuando estudiaba literatura en la Universidad de Chile, un día nevó por poco tiempo, muy poco. Eso bastó para que muchos compañeros salieran al ágora de la Facultad a ver esta rareza natural y que algunos de ellos comenzaran a girar y a bailar para sentir cómo caían los copos en sus caras. Si bien no todos teníamos esa “personalidad” (o como quieran llamarlo), de todos modos compartíamos la sensación de algo excepcional. Por más que una amiga de la ciudad de Los Andes se esmerara en decir que eso no era nieve, sino aguanieve. Santiaguinos nosotros, poco sabíamos de esa diferencia.

Mi acercamiento más real y profundo con la nieve fue acá en Alemania. Si bien este país no es ese desierto de hielo parecido al Polo Norte que algunos se imaginan, sí es normal que con el frío llegue también la nieve.

Después de un primer verano en el que casi me derretí y fui atacado por mosquitos como si estuviera en una selva tropical, vino mi primer invierno nevado. De esos que nos prometen las películas navideñas, mientras las vemos asándonos bajo el sol estival del sur del mundo. Y si bien no morí de frío, fue vivir algo desconocido por mí durante mucho tiempo.

Lentamente, sin prisa, a veces como si el tiempo se hubiese detenido, caen los copos de nieve. Sin previo aviso, desde una altura indeterminada, aparecen sobre nosotros y nos tocan con un beso helado. Algunos, antes de llegar al suelo, suben nuevamente y se van más lejos. Otros, lo alcanzan, pero no se quedan en su sitio. Bailan por un buen rato antes de amontonarse sobre el pasto, sobre los lagos y los ríos congelados, sobre el pavimento y los peatones que vamos o venimos de nuestras casas. Si está muy helado, los copos no se deshacen y permanecen como la arena. Se forman dunas con el viento y el paso de los vehículos. La nieve pronto se volverá hielo, y los padres pasearán con sus hijos en trineos de madera, y en más de algún lugar habrá hombres de nieve en medio de un silencio profundo esperando por algún aburrido que los derribe de una patada.

"Schneemann" frente al Kolonnade en la Universidad de Potsdam


Con el tiempo, la magia se transformará en lo cotidiano y no será el misterio lo que bese nuestra frente, sino la incomodidad del frío, la suciedad pegada a las botas y que entra a la casa manchando el piso o las alfombras, el hielo negro al costado de los caminos, esperando por hacer resbalar a los caminantes desprevenidos, la espera en algún paradero y la molestia de no llegar a la hora. Cuando pienso en esto, sólo recuerdo lo lejos que se veía la nieve en Santiago y lo cerca que la tengo en estos momentos.



Fotos: (c) René Olivares Jara

miércoles, 23 de enero de 2013

Nuevo año: más y mejores cosas




Queridos amigos,


el año comienza y con él empezaremos una reactualización de la página, en especial con el ritmo de publicación. Intentaremos ser más regulares para que no se pierdan las cosas que les ofrecemos por este medio. Es por eso que a contar del 28 de febrero comenzaremos a publicar lunes por medio, es decir, cada dos semanas, que es lo humano para sacar algo de calidad, que es lo que ustedes merecen. 

Comenzaremos con una crónica sobre la nieve en Alemania y después vendrá una exclusividad total: una traducción de un cuento inédito de un escritor muy famoso. No entraré en detalle para que no se me adelanten. Sólo podrán verlo por este medio. Así que estén atentos que se vienen más y mejores cosas. Y ante todo, más regularmente.

Los invito a suscribirse como "seguidores" del blog para que les lleguen las actualizaciones.

Quedan avisados y nos vemos el lunes 28 de enero con las novedades. ¡Hasta entonces!