René Olivares Jara
De esto los
hombres no sabrán nada
Hemos roto el
triángulo
Hemos roto el corazón
que nos unía
Bajo tierra late
ahora sin nosotros
y les cuenta a las
raíces el destino de sus sombras
Recuerdas nuestro
baile
un viento acariciando
rocas sin saber que eran nuestros huesos
Todo era una sonrisa
un aliento que jamás
piensa en apagarse
rodeando nuestros
juegos
campos interminables
y fuentes
de las que apenas
adivinamos su fondo
altares inocentes que
se ofrecían como mares en su infancia
pues era entonces el
reino sin naufragios ni puertos
extendido en la
inmensidad que guardan dos dedos o dos manos abiertas
y decíamos adiós como
quien despide estrellas en la noche
Los días que se hilan
como flores ofrecidas
porque vivíamos entre
cuerdas que nadie más usaba
y bailamos
desatendiendo profundidades y distancias
Brazos unidos en la
lluvia o en espera de las hojas en esas mismas cunetas
Gritos en la ventana
que eran una invitación
para poblar las
tardes y no la angustia
de estar aquí y ahora
Los días pasan sin
pedirlos
abrazados a un
derrumbe
Los destrozos de lo
que fuimos
desfilan por nuestras
cabezas sin rostro
mientras se pasea
pálida por nosotros como una nube desgarrada
porque ella duerme y
persiste
en su desvanecerse
Desapareciendo nos
señala el camino
Su silencio nos llama
a compartir otras tardes
bajo el mismo sol que
ahora alumbra su boca
Pero aunque
escuchamos el susurro de su sueño
enterramos los ojos
en lágrimas nuevas
y olvidamos
para hundirnos en el
vaivén de naufragios conocidos
en esta deriva
semejante a la paz pero tan distinta a ella
Hemos quedado
expulsados en playas que no imaginamos conocer
Pero aquí estamos
separados
como el trueno de la
roca y el mar
Aquí estamos o lo que
queda de nosotros
tratando de unir
estos despojos
restos de pasos dados
por un mismo sendero
restos de manos
enlazadas por el frío
restos de miradas que
no encuentran descanso
restos de besos
inocentes
de un corazón
desvanecido
entre estas rocas
Estamos abrazados a
un derrumbe que cae con nosotros
Una mano acaricia los
hilos que nos unen
en ese abrazo que nos
suelta al vacío
porque amar es
estar solo
y entonces no lo
sabíamos
juntos bajo una misma
estrella
Ahora nuestro sol
late bajo tierra
y las sombras aquí se
han alargado como una sábana
Siempre es de noche
cuando pienso en esto
cuando se abren los
brazos hacia el aire
hacia el hueco que ha
quedado en nuestras vidas
dos soledades
alumbradas por la
ausencia
Hay onces que se quedan
impregnados
como un olor profundo
en la ropa
en los huesos
en la sombra de los días
que se alargan de pronto
Hay onces que se alargan
como años
como tu sombra al caer la tarde
como tu peso en mis brazos
como tu aliento en cada respiración
Y fue un horror envuelto
en un gran enigma
“¿Por qué? ¿Por qué?”
Pero es que siempre llega el momento
en que el día se parte
en un antes y un después
de una llamada
o de un abrazo
o de una mirada cristalina
El día se parte
y la vida
queda en girones
aunque hay que despertarse
aunque hay que comer y sonreírle a la gente
de un modo u otro
Hay momentos en que cierro los ojos
y escucho tu voz traspasar los cristales
de algún verano
y era yo el conducido
por calles de otros colores
Hoy es invierno en este mismo día
porque estoy lejos
lejos
y quisiera haberte visto
naciendo mil veces cada día
y no esparcida como un eco
entre las nubes
Hay quienes te reclaman
o te dejan sola en tu calma
Yo solo pido
no olvidar los pasos compartidos
ni los secretos de media tarde
ni las pequeñeces que nos decíamos
antes de decir adiós
Cada palabra fue semilla
y hoy soy un pozo de fondo indefinido
y quiero que me digas
algo de algún modo
y cierro los ojos para escuchar
lo que me diga la memoria
Vagas
en la vida de algunos y quisiera
mostrarte qué tan lejos anduve
entre extraños
qué te perdiste
perdiéndote ese día de enero
He aquí mi hija
y el largo camino hacia ella
Mira esta casa prestada
Mira los robles creciendo en el silencio
el salto del zorro bajo la mirada de los
cuervos
Mira lo que no pude mostrarte
cuando te perdimos
y me perdí también un poco
Pero “sólo tú regresas”
de pronto
cualquier día
y nos vemos pequeños
y llenos de futuro
Te digo adiós un día cualquiera
y hay silencio entre nosotros
Partes cualquier día
y cualquier tarde llegas donde mí
y me susurras lo que dicen las hojas al viento
la gota en la lluvia
el eco en la habitación vacía
Cualquier día dices adiós
pero llegas donde mí
de pronto
y te saludo
desde lejos
y repito tu nombre
para no olvidar
para vivir un poco más
juntos
este momento
Créditos de las Imágenes (en orden de aparición):
-"Sueño Fragmento" (1975) de Mario Carreño.
-"Desnudo femenino tendido sobre la hierba" de Paula Modersohn-Becker.
-"Autorretrato" de Paula Modersohn-Becker.