Epicteto
En cada cosa mira los preceptos y las consecuencias y acércate a ello de acuerdo con eso. Si no, al principio iras animoso, como el que no ha tenido en cuenta nada de lo que va a venir; pero luego, al presentarse algunas dificultades, te apartaras bochornosamente.
¿Quieres vencer en Olimpia? ¡Y yo, por los dioses, pues es agradable! Pero mira los preceptos y las consecuencias y, de esa manera, pon manos a la obra. Has de llevar una vida ordenada, someterte a un régimen alimenticio, abstenerte de dulces, entrenarte por fuerza a la hora señalada con calor o con frío, no tomar agua fría, no tomar vino a tu antojo. Sencillamente: ponerte en manos del entrenador como de un médico. Y luego, en el combate, andar cogiendo tierra; a veces, desencajarte la muñeca, torcerte un tobillo, tragar mucho polvo, y otras veces, incluso, ser azotado y, después de todo eso, ser vencido. Teniendo eso en cuenta, si aún sigues queriendo, ve a hacerte atleta. Si no, te estarás portando como los niños, que tan pronto juegan a los luchadores como a los gladiadores, como a tocar la trompeta, como a representar. Así también tu: tan pronto atleta como gladiador, luego orador, luego filósofo, pero nada con toda tu alma, sino que, como el mono, imitas cualquier imagen que ves y cada vez te gusta una cosa. Porque en nada te metiste con reflexión ni tras haberlo examinado, sino al azar y con deseo poco ardiente.
Así algunos, al ver a un filósofo y al oír hablar a alguno como habla Eúfrates (aunque, ¿quién es capaz de hablar como él?), quieren también ellos filosofar. Hombre, mira primero de qué clase es el asunto y luego examina tu propia naturaleza, a ver si puede soportarlo. ¿Quieres dedicarte al péntatlon o ser luchador? Mira tus brazos, tus muslos, tu espalda; conócelos. Cada uno ha nacido para una cosa. ¿Crees que haciendo lo que haces puedes comer igual, beber igual, desear de la misma manera, contrariarte de la misma manera? Es preciso velar, esforzarse, apartarte de tus familiares, ser despreciado por un muchachito, ser objeto de burla para los que te salgan al encuentro, ser menos en todo: en honras, en gobierno, en tribunales, en cualquier asuntillo. Piénsate esto si quieres obtener a cambio impasibilidad, libertad, imperturbabilidad. Si no, no te acerques, no sea que actúes como los niños: ahora filosofo, luego recaudador de impuestos, luego orador, luego procurador del Cesar. Eso no concuerda. Has de ser un hombre o bueno o malo. Has de cultivar o tu propio regente o lo exterior. O aplicas tu habilidad a lo interior o a lo exterior. Es decir, o mantener el puesto de un filósofo o el de un profano.
Créditos
No hay comentarios:
Publicar un comentario