La vida se nos va en verla pasar
como si un amigo se nos fuese por mejor suerte.
Alegres en el tránsito del “ya no” que dejamos
amontonamos en la sombra el reflejo de todo lo que no fuimos.
Creyendo que habrá mañana
escuchamos sentados la despedida de los días chocando con las piedras,
el desfile de las tardes diciéndonos adiós como el murmullo de un río.
Y nos quedamos
indiferentes sobre nuestras espaldas dobladas.
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