Casi sin querer, hemos publicado una serie de poemas con temáticas parecidas, aunque diferentes en sus perspectivas. "Amantes Eternos" de Eduardo Molina y "Hueso" de Óscar Hahn se basan en la imagen de los huesos para mostrar la persistencia de la vida de manera ambigua, pues aquella permanencia se configura a partir de la muerte.
Volviendo a la idea del amor como trascendencia en la muerte, presentamos el siguiente poema del poeta español Francisco de Quevedo (1580-1645).
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor en tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Como se aprecia, la muerte, a diferencia de los poemas anteriores, se presenta aquí como la enemiga del amor y no su origen. El amor es el puente que nos permite sobrellevar la decandencia de nuestro propio cuerpo, siendo la puerta a la trascendencia. La muerte llegará ("serán ceniza"), pero todo "tendrá sentido". Ante lo absurdo de nuestra existencia, el amor se convierte en el fin que le da sentido.
Volviendo a la idea del amor como trascendencia en la muerte, presentamos el siguiente poema del poeta español Francisco de Quevedo (1580-1645).
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor en tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Como se aprecia, la muerte, a diferencia de los poemas anteriores, se presenta aquí como la enemiga del amor y no su origen. El amor es el puente que nos permite sobrellevar la decandencia de nuestro propio cuerpo, siendo la puerta a la trascendencia. La muerte llegará ("serán ceniza"), pero todo "tendrá sentido". Ante lo absurdo de nuestra existencia, el amor se convierte en el fin que le da sentido.