viernes, 24 de octubre de 2008

Amor constante más allá de la muerte

Casi sin querer, hemos publicado una serie de poemas con temáticas parecidas, aunque diferentes en sus perspectivas. "Amantes Eternos" de Eduardo Molina y "Hueso" de Óscar Hahn se basan en la imagen de los huesos para mostrar la persistencia de la vida de manera ambigua, pues aquella permanencia se configura a partir de la muerte.

Volviendo a la idea del amor como trascendencia en la muerte, presentamos el siguiente poema del poeta español Francisco de Quevedo (1580-1645).



Amor constante más allá de la muerte



Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa;

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor en tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.




Como se aprecia, la muerte, a diferencia de los poemas anteriores, se presenta aquí como la enemiga del amor y no su origen. El amor es el puente que nos permite sobrellevar la decandencia de nuestro propio cuerpo, siendo la puerta a la trascendencia. La muerte llegará ("serán ceniza"), pero todo "tendrá sentido". Ante lo absurdo de nuestra existencia, el amor se convierte en el fin que le da sentido.


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