lunes, 29 de mayo de 2017

Presentación de Premio Nacional de Literatura en Chile: de la Construcción de una Importancia, de Pablo Faúndez


René Olivares Jara


Prof. Dieter Ingenschay (izq.) y Pablo Faúndez (der.)


Hace unos días asistí en la Embajada de Chile en Berlín a la presentación que el investigador nacional Pablo Faúndez hizo de tesis doctoral Premio Nacional de Literatura en Chile: de la Construcción de una Importancia. Ésta permanece inédita, por lo que esta presentación  fue una buena oportunidad para conocerla de cerca y aclarar algunos puntos personalmente con el autor.

La novedad de la propuesta del ahora Doctor Faúndez es que rebasa los márgenes de lo que se podría esperar de un estudio sobre literatura, ya que integra en su análisis a las instituciones culturales asociadas al Premio Nacional. Desde una perspectiva más tradicional, podría ser criticable que en una investigación literaria, este aspecto parezca relegado, pero lo cierto es que con ello Faúndez trasciende el muy subjetivo tema del “mérito” o la “calidad” de un autor, para centrarse en los contextos y en los criterios que sustentan aquella distinción, ampliando con ello las discusiones sobre sus obras, tanto en su contexto original como desde el actual.

La perspectiva que asume Faúndez le lleva a postular la existencia de una relación específica entre el campo literario chileno y el Estado, lo que él llama el vínculo institucional, el que se ha ido perdiendo con el tiempo, entrando en el panorama otros elementos de legitimación, como lo es en los últimos años el circuito editorial internacional, principalmente el español. Éste es capaz de legitimar la obra de un autor en el exterior antes que en el país de origen.

El Profesor Dieter Ingenschay acompañó a Faúndez en su exposición y la complementó con algunos casos en los que el Premio no recayó en autores ya consagrados como José Donoso (1924-1996) o Pedro Lemebel (1952-2015). El primero, ya reconocido internacionalmente, perdió en 1986 frente a Enrique Campos Menéndez, embajador de Chile en España, aunque fue el primero en ganar en el retorno a la democracia, en 1990. El segundo, perdió frente a Antonio Skármeta en 2014 y murió poco después. El Profesor Ingenschay comparó también el Premio Nacional con otros premios parecidos en el ámbito internacional, los que en su mayoría, aun premiando la calidad de una producción “de peso” tienen criterios muy alejados a los de su símil chileno. Precisamente, esas características permiten explicar en parte una serie de “distorsiones” que existen en sus distintas entregas.

August D'Halmar, primer galardonado con el Premio Nacional de Literatura (1942)

Como señaló Faúndez, el Premio Nacional de Literatura surge como una forma de reconocimiento del Estado a los escritores que han dedicado su vida a la escritura. Es por ello que, en general, los galardonados suelen ser personas ya de edad y reciben una asignación mensual hasta su muerte. Una especie de pensión estatal gracias a los méritos. Si bien este criterio tenía sentido en el caso del primer premiado, Augusto D’Halmar (1880-1950) –primer escritor “profesional” de Chile, – quien por su misma actividad ya no podía sustentarse en su vejez, situaciones como la instrumentalización del Premio durante la Dictadura Militar y la legitimación de autores primero fuera de Chile y sin necesidad el reconocimiento nacional, dejan en entredicho el valor de esta distinción.

Enrique Campos Menéndez, ganador del Premio Nacional de Literatura en 1986. José Donoso perdió ante él cuando ya era un autor consagrado en el exterior, aunque ganó el año 1990, con el retorno a la democracia.

Así planteadas las cosas, surgieron muchas preguntas del público, personas de todos lados de Latinoamérica y de Berlín que, sin ser necesariamente expertos ni tener una relación directa con Chile, estaban interesados en el tema y plantearon una serie de preguntas que abrieron el tema. ¿Qué hace especial el Premio Nacional de Literatura respecto a otros premios similares? ¿Quizás el que valore la producción de un autor como un todo y no el que haya resaltado una única obra? Pero, ¿qué sucede con esos personajes como Francisco Encina que, siendo historiador recibe un premio literario (1955)? ¿Y qué ocurre con los escritores que serviles a la dictadura de Pinochet la recibieron por sobre otros autores mejor evaluados a nivel internacional? ¿Por qué Donoso y Bolaño nunca lo recibieron? Pablo Faúndez ha dado una respuesta muy informada y contextualizada a todas estas dudas, moviéndose entre producciones muy disímiles sin perder coherencia en su exposición. Sin duda, cuando la investigación esté publicada, será un libro necesario para entender la literatura chilena del último siglo y la relación entre el campo cultural y las instituciones que pretenden respaldarla.



Roberto Bolaño (arriba) y Pedro Lemebel (abajo), dos escritores con una reconocida obra que murieron sin recibir el Premio Nacional de Literatura.



Fotografía del evento: (c) René Olivares Jara.
Imágenes de los autores: www.memoriachilena.cl

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