lunes, 10 de agosto de 2020

La noche y su poder (Selección)

 Yanina Piñones Araya

 

 

“Acaricia el horizonte de la noche,

Busca el corazón de azabache

Que el alba cubre con su carne


Pondrá en tus ojos pensamientos

Inocentes, llamas, alas y verdores

Que el sol no inventó

 

No te falta la noche, sino su poder”

 

Paul Eluard

 

 

 

 

 

I

 

Las manos ensangrentadas fueron lo único que quedó al final de todo. El cuchillo yacía en el suelo. Contemplaba como manaba la sangre absorto por su calor y aroma, y, como siempre, el ineludible  silencio de las horas vacías y la soledad infinita de su alma. Luego de los gritos y la angustia no quedaba nada.

Nada, nada. Lo único que podía sentir era frustración y dolor. Se había distanciado hace mucho ya de todo aquello que lo unía a la humanidad y, pese a ello, seguía siendo tan humano.

Las sombras, los caminos, la noche. Todas las cosas estaban en su sitio, sin embargo parecían moverse por el efecto del viento en las velas, en las hojas.

Todo igual que cada noche, igual, siempre igual, hasta que desde lejos aparece el murmullo de la sangre, de esa sangre que lo llama, que lo invita al festín. Pero hoy no. No será tentado. Mantendrá su decisión.

Todo acabará esta noche.

Se arroja irrefrenable hacia su destrucción, la sangre grita, exige su redención, es su propia sangre la que le reclama el precio de su muerte para que todo termine de una vez…

Debe terminar, no se puede seguir así.

Con el cuchillo en la mano el asesino busca el lugar exacto para dejar de vivir, sin embargo no prevé que, en las sombras, otro como él lo acecha, lo estudia y en un instante, se abalanza sobre él…

La destrucción que anhelaba llegó sin tener que ser él su propio ejecutor. Mientras moría la vida que había llevado cobró sentido. Podía cambiar, podía arreglar las cosas… podía…podría… 

Era ya entrada la noche. Era muy tarde para él. Con la última gota de su sangre que el vampiro bebió, llegó su condena, seguiría asesinando por la eternidad para mantener la vida que trató de de destruir la noche de su muerte.

 

 

 

 

 

 IV

 

Momentos robados iban construyendo su existencia, su historia, dándole sentido para llegar a ser quien era.

Cada minuto que obtenía le permitía seguir un poco más adelante, atravesando el tiempo sin que nada pudiese impedírselo.

Tomando todo aquello que le sirviera. Dejando atrás los despojos de un cuerpo sin alma.

Sin nada que se opusiera.

Sin nada que lo detuviera.

Sin nada que le impidiera ser lo que era.

Sin nada.

Sin nada.

Totalmente vacío por dentro y disfrutando de los bienes que los hombre más deseaban, longevo, bello, pero vacío, intrascendente a pesar de permanecer incólume en el tiempo, sin obtener nada de todo lo que veía, sin conseguir nada con todo lo que hacía. Solo, como cada noche y para siempre.

El vampiro mira su ataúd y comprende que la fosa que lo consume es su propia inexistencia.

 

 


VI

 

Un paso, un solo paso más. No puede evitarlo. Se siente atraído como por un imán hacia su inevitable destino. Lo ha buscado, lo ha deseado, pero ahora que está tan cerca de lograrlo duda, la indecisión lo anula y se encuentra allí, detenido, a un solo paso del final.

La destrucción es todo lo que necesita. Aniquilar para siempre lo que es. Dejar atrás tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta soledad; para en un momento reunir todo el gozo, todo el placer que nunca pensó poseer. Ha elegido libremente su final y eso lo hace libre de todo y de todos, le permite disfrutarlo, saborear los últimos momentos. Luego… la nada, la muerte, el fin.

Agitándose en la noche la sombra del pasado lo oprime y lo impulsa, lo lleva a dar un paso. El paso. Ese gran paso. Se dirige hacia la muerte con los brazos abiertos, se deja caer hacia el abismo, hacia la nada pero nunca llega el final. Ha sido arrebatado a la muerte y a su libertad para saciar la sed y el deseo del inmortal.

Gota tras gota se va acabando su vida, se alejan sus miserias, se enciende su deseo, el placer infinito, pero se extingue, se apaga, se agota y no logra comprender cómo su insignificancia se transforma.

Un último suspiro, el vampiro deja el cuerpo marchito y sin vida de su víctima. Trescientos años y aún le molesta conocer sus pensamientos con cada bocado.

 

 

 

 

 Yanina Piñones Araya es una autora chilena cuya producción principal ha girado alrededor del género de fantasía. Gran lectora, ha combinado su actividad como escritora con la pedagogía. Tiene una novela inédita llamada En las sombras, que esperamos aparezca pronto.

Los textos que aquí presentamos son una selección de la colección de cuentos La noche y su poder. Más sobre la autora, pero ya como crítica, es posible de encontrar en este mismo blog: "Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos)"

 

 

Créditos de las imágenes:

Pinturas de Caspar David Friedrich (cc) Wikipedia.

Las otras fotografías han sido editadas digitalmente por Pamela Uribe Valdés.

No hay comentarios: