lunes, 19 de noviembre de 2018

En torno al arte III


Edgardo Anzieta


El arte advierte, con su propia plasticidad, de las insuficiencias en que se debate el fenómeno humano; parece ofrecer en todas sus ductilidades la realización de la posibilidad. Pero igualmente, con sus sujeciones a la naturaleza, con su raigambre (in)conciente y hasta en su desespero, está diciendo, clamando a la especie que el material humano no es moldeable a pedido, en el voluntarismo de la producción, en la tiranía del consumo.

Con su finalismo casi no finalista intenta colocar (ubicar) a la especie por el camino del equilibrio: no todo lo posible es deseable y parte de lo que se sueña puede y debe ser acto.

Y así como su  (pseuda) ley del placer parece gratuita, su realización en obras comprueba raigambre laboral, su cumplimiento –muchas veces secreto– de las leyes naturales que se relacionan con el dolor, por cierto, pero además el placer; la necesidad está inscrita en el escenario donde el arte se despliega, con gracia y con esfuerzo, con libertad y disciplina: su(s) síntesis...



Por eso yerran los poderosos cuando actúan como si el gran “escenario” mundo admitiese –soportase– el puro capricho de la voluntad; como si (todo) se tratase de trasladar tal energía, triturar cual material con tal intensidad, suprimir ese contorno –que era contraste, que era diversidad, que era ser, obligar a la especie más allá de las relaciones y redes que establece –constituye– la naturaleza, la necesidad: hasta la gratuidad posee un “propósito” fundamentado y expositivo y, solo entonces, funcional justamente por liberado o en liberación en su dimensión tanto proyectiva como determinadamente plausible.

La naturaleza es permeable y constante en cuanto redes infinitas, duras, no obstante generosas, que se abren en ella: la acción, resulta evidente, función e interacción de y con la vida.

El arte juega el papel, ahí, de demostrar que la supuesta medida olímpica de los poderosos sólo es control y administración de la posibilidad, que cierto racionalismo no más que máscara del sinsentido, que intenta (en)cubrir la violación de la interacción de la vida. Por eso se le ve huyendo con sus espiritualizaciones o afincando castigadamente con su sentido de lo “real”; en cada ocasión, ataca a un enemigo concreto de lo humano: el racionalismo reductor y en definitiva cruel lecho de Procusto que cercena, el irracionalismo descarnado y al mismo tiempo desmesurado y gélido en su vesania negadora y exterminadora. En cada ocasión aporta el sueño que está faltando en medio de la pesadilla que se ha vuelto existir, o la imagen ya cruda, ya precisa, que se escamotea a la conciencia y la acción; usurpaciones que culminan en silencio y muerte.

Su arcaica intuición, que no se le niega, es parte de un proceso natural de profundo significado -resultado- temporal y valórico: tiempo en dirección a la historia, espesor que desemboca y revela la conciencia de lo humano.




Este texto es la continuación del ensayo En torno al arte del poeta Edgardo Anzieta. Los primeros capítulos pueden leerse aquí: En torno al arte I y En torno al arte II.


Créditos de las imágenes:
"Germinación": https://naturalezagrow.com/blog/fases-fertilizacion-una-planta-marihuana/
"Cama de Procusto": https://diastixo.gr/epikaira/apopseis/2538-prokroustis-ladia

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